lunes, 7 de julio de 2014

¡En medio del camino!



¡En medio de nuestra jornada diaria, estás Tú mi Señor!
¡La naturaleza y su belleza te pertenecen!
¡La creación entera es tuya! ¡Tú eres la perfección y la grandeza!
¡Alabado y glorificado seas por siempre!

Quieres en todo momento el mayor de los bienes,
sin embargo, no se entender tu providencia perfecta.
Muchas veces paso de largo, metida en asuntos que creo poder llevar por mí misma...
En el plan perfecto que construyo diariamente, Tú no figuras Señor.
¡Perdón por olvidar que eres la fuente de mi existencia, la fuente de todo bien!
¡Perdón por mantener al margen a un Dios tan bueno y misericordioso!
Fuiste Tú quien desde antes de ser engendrada, ya me tenías en mente.
¡Y cada día me regalas un nuevo comienzo! ¡Y me llamas por mi nombre!
Me invitas a caminar tu camino.
Ese camino lleno de contrastes, 
de risas y llantos, 
de penas y alegrías, 
pero que vale la pena recorrer, porque al final de mis días, Tú estarás esperándome.
Sin Tí, no soy nada; sin Tí, la vida y razón de ser, no tienen sentido.


Fotografía de Irina Orellana

1 comentario:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Necesitamos estar muy ciegos para no ver tan majestuosa belleza. ¿Cómo se puede apreciar el arte tan pequeño del mundo y no ver las maravillas que hace nuestro Padre Dios?

Es cuestión de intentar ver, ¡ver lo importante!, pues lo mediocre no nos sirve para mucho. Y ver está muy relacionado con caminar, pues en la medida que empieces el camino, tus ojos empezaran a ver.

¡Anda, empieza a buscar a Dios en tu camino!

Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.