miércoles, 20 de enero de 2010

VISPERA

Empaco regalos en la penumbra, descifrando con mi compañera la noche bien calladita que regalo es de la una y cual de la otra, el zumbido de la nevera me arrulla y me acompaña en algunos villancicos que canto muy calladita para no despertar a mis pollitas. El arbolito muy alegre titila por alla en la sala con su propio ritmo, pero esta no es su noche, no! Hoy es víspera de reyes, y me desborda la emoción porque aquí, como en mi casa en Puerto Rico, este es mi turno de ser mama, y porque ahora y por algunos añitos mas, el 6 de enero significara ilusión y tradición no importa donde estemos.

El roscón de reyes se hace con harina, hasta ahí lo que coinciden las recetas. Hay que usar levadura activa o de panadero, que es un misterio donde se consigue, y es importantísimo que lleve agua de azahar, porque eso le da el sabor particular del roscón español – si no hay agua de azahar (que se llama orange blossom wáter en ingles) ni te molestes. Muchos huevos o pocos, según la receta, ralladura de china (eso si lo puedo hacer!!!!). El resultado es un majestuoso pan en forma de dona gigante decorado con frutas confitadas que no debe faltar de ninguna manera en la mesa del desayuno del día de reyes, junto a los huevos revueltos de mami, el chocolate caliente hecho de barras de Chocolate Cortes y leche evaporada, mimosas, café, todo servido en la losa bonita de la casa, esa que se saca solo cuando hay visitas, mi favorita.

El roscón no es dulce, pero tiene un sabor particular, entre china dulce y flores, y cuando uno lo muerde se desinfla, especialmente si viene previamente donquiado del chocolate caliente, y se torna en una dulce nube en el paladar que te provoca sonreír.

Cuando yo era chiquita, y quizás hasta hace unos días, no tenía sabia que en Puerto Rico no es común la tradición del roscón de reyes, a pesar de celebrar día de reyes con gran devoción y alborozo, entre regalos y manifestaciones de nuestra identidad cultural. Nuestra tradición es porque mami y papi así lo quisieron, y quizás nuestra más linda costumbre familiar queda en mi memoria por siempre este desayuno tan especial.

Precisamente porque era nuestra - y de mas nadie aparentemente - a mi me sabe tan rico y me enorgullece amasar esa masa que nunca creció, y amorosamente hornear un roscón que salió duro como palo, y a la vez le doy gracias a Papa Dios de darme un amigo, cómplice y esposito tan bello, que entre sus muchos atributos tiene la magia en sus dedos de hacer la levadura crecer, sabe amasar justo el tiempo necesario, y tiene el don de hacer tradiciones una realidad.

Mi pequeña familia tiene tradiciones.









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